Introducción
Casi cuatro décadas han transcurrido desde que se llevó a cabo la primera Bienal de Fotografía en el país. Surgió hacia fines de los años setenta como una iniciativa impulsada por la comunidad fotográfica que buscaba ganar un espacio de difusión y reconocimiento, luego de que esta disciplina no contara con una categoría propia dentro del recién creado Salón Nacional de Artes Plásticas. Fue finalmente en 1980 que la fotografía se integró como una de las secciones de este Salón. Las primeras cinco ediciones de la Bienal fueron coordinadas por el Consejo Mexicano de Fotografía y el Instituto Nacional de Bellas Artes. Aunque perdió continuidad por un breve periodo de tiempo, la Bienal acompañó al proyecto fundacional del Centro de la Imagen, que abrió sus puertas en 1994, y desde entonces ha formado parte del programa de actividades de esta institución.
Desde sus inicios el certamen ha convocado a un número importante de creadores provenientes de todo el país, y mostrado una diversidad de propuestas visuales y multiplicidad de soportes que nos han permitido conocer distintas formas de comprender la imagen. De este modo, la Bienal se ha convertido en una plataforma mediante la cual es posible conocer el escenario actual de la fotografía en México y comprender las transformaciones del medio, en términos conceptuales, técnicos y materiales.
Para la XVIII Bienal de Fotografía, el Centro de la Imagen (CI) consideró necesario conformar un Consejo Asesor con el que trabajó conjuntamente para plantear las bases y condiciones de participación, así como establecer las reglas de operación del certamen: la designación de los artistas seleccionados y ganadores. Para ello, fueron invitados los fotógrafos Mauricio Alejo, Vicente Guijosa, Vida Yovanovich y Domingo Valdivieso, y la historiadora del arte Laura González Flores, cuya función concluyó una vez que la convocatoria del certamen se hizo pública.
Asimismo, el Consejo Asesor junto con el Centro de la Imagen fue responsable de definir a los miembros del jurado. En esta ocasión, participaron Silvia Gruner, Ambra Polidori, Juan Antonio Molina, Javier Ramírez Limón y Pedro Tzontémoc, quienes revisaron los archivos digitales de 585 participantes, de los cuales seleccionaron los proyectos para su exposición. Otra revisión se llevó a cabo en las instalaciones del CI con las piezas producidas por los propios artistas, para evaluar su ejecución y determinar así los Premios de Adquisición y las menciones honoríficas. En total fueron veinticuatro los trabajos seleccionados de creadores provenientes de Ciudad de México, Chihuahua, Coahuila, Estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Nuevo León y Veracruz. Se abordaron distintas temáticas y, entre ellas, la que predominó fue el paisaje: como territorio, como frontera, como espacio de resistencia y de violencia.
Luego de asumir la dirección del Centro de la Imagen, en mayo de 2018, y revisar la obra seleccionada de la Bienal, me interesaba saber cuáles eran las impresiones del jurado con respecto a los trabajos participantes y seleccionados, pero sobre todo al formato del certamen. Así que invitamos a sus integrantes a discutir acerca de las tendencias y temáticas que predominaron, la diversidad y calidad de las propuestas, así como los aspectos a destacar de los trabajos ganadores. De la misma manera, le pedimos a los artistas merecedores de un reconocimiento en esta Bienal, que compartieran con nosotros sus procesos creativos, influencias artísticas y también su opinión acerca del concurso. A partir de estas reflexiones, se articuló una serie de textos para integrarlos a este catálogo, con el propósito de generar la discusión alrededor de la Bienal, como un espacio capaz de mostrar la vitalidad y la evolución de la fotografía, y como una plataforma para exponer los proyectos emanados de los distintos espacios formativos en México.
Finalmente quiero felicitar a los ganadores de la XVIII Bienal de Fotografía: Omar Gámez y Oswaldo Ruiz, y a Oscar Farfán por haber recibido la única mención honorífica del certamen. Un agradecimiento a los miembros del jurado por su ardua labor y al Consejo Asesor por su colaboración.
Quiero agradecer también la participación de los artistas y fotógrafos que atendieron la convocatoria de esta Bienal, así como a todos aquellos que han colaborado en este proyecto.
Elena Navarro
Directora del Centro de la Imagen
Almost forty years have gone by since Mexico’s first Photography Biennale took place. It was established at the end of the 1970s as an initiative of the photography community, which was seeking a space in which to exhibit its work and to have it acknowledged, since photography did not exist as a category of its own at the then-recently created Salón Nacional de Artes Plásticas (National Annual Exhibition of Visual Arts) and was thus lumped together with printmaking. The Salón finally acknowledged photography as an independent medium in 1980. The Photography Biennale’s first five installments were coordinated by the Consejo Mexicano de Fotografía and the Instituto Nacional de Bellas Artes. Though it briefly ceased to exist, it reappeared with the opening of the Centro de la Imagen (CI) in 1994 and has formed part of this center’s programming ever since.
This biennale’s call for submissions was answered by an important number of artists from all across the country; their work reveals a broad diversity of concepts utilizing a range of media and allowing us to see the different ways in which they understand images. Thus, the biennale has become a showcase for the current state of photography practice in Mexico and a means of following the medium’s conceptual, technical and material transformations.
For the 18th Photography Biennale, the Centro de la Imagen felt it needed to convene a board of advisers to help it establish the basic terms and conditions of the competition’s call for submissions; the board further established the rules to follow in the process of selecting the works that would be displayed and receive awards. The CI invited photographers Mauricio Alejo, Vicente Guijosa, Vida Yovanovich and Domingo Valdivieso and art historian Laura González Flores to draft the call for submissions.
The same board of advisers helped to convene a jury—Silvia Gruner, Ambra Polidori, Juan Antonio Molina, Javier Ramírez Limón and Pedro Tzontémoc. In turn, the jury reviewed 585 portfolios submitted in digital format and selected the projects to be exhibited. The jury then met at the Centro de la Imagen for a review of the actual work selected to determine purchase prizes and honorable mentions. Altogether, twenty-four pieces were selected whose makers hailed from Mexico City, Chihuahua, Coahuila, Mexico State, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Nuevo León and Veracruz. Their work dealt with a variety of issues, one of the most prominent being the landscape—as a jurisdiction, as a border and as a site of both resistance and violence.
After having been appointed the Centro de la Imagen’s new director in May 2018 and also having reviewed the work selected for the biennale, I wanted to know about the jury’s impressions of the work submitted. More importantly, I wanted to know what they thought about the competition’s format. So we asked jury members to discuss what they saw as the submitted projects’ prevailing tendencies and topics, how varied and serious the proposals were, and what had made the award-winning pieces stand out. Similarly, we asked the artists who received awards or special acknowledgment in the biennale to tell us about their process, influences and what they thought about the competition. These deliberations led to a series of texts that form part of this catalogue and that aim to generate a conversation around the biennale: as a space that acknowledges the vitality and evolution of photography and as a forum to exhibit projects from the various cities in Mexico where photography programs and sponsoring initiatives exist.
I would like to congratulate the winners of the 18th Photography Biennale, Omar Gámez and Oswaldo Ruiz, and the recipient of the honorable mention, Oscar Farfán. I further want to thank the members of the jury for their hard work as well as the board of advisers for their involvement.
Finally, I want to thank the artists and photographers who answered the biennale’s call for submissions, as well as everyone else who collaborated on this project.
Elena Navarro
Director, Centro de la Imagen